"Derecho Real de Superficie Forestal".

XI.- Un antecedente del fideicomiso forestal. Eucaliptus S.A. Analizada exhaustivamente la ley 25.509, se advierte -entre sus muchos otros defectos- que no prevé el modo de proteger a los terceros que son atraídos por las empresas forestadoras para contribuir con sus ahorros al proceso forestador que el país tanto necesita. Es bueno tener memoria para evitar los males que ya han padecido centenares de miles de argentinos, quienes fueron objeto de una vil estafa y jamás pudieron recobrar lo invertido. Como abogado, quién suscribe este ensayo tuvo oportunidad de salir en defensa de un trabajador que, recién casado y con ánimo de dispensar un futuro promisorio a su cónyuge y a su futura descendencia, concertó un contrato de adhesión con una sociedad anónima denominada "Eucaliptus S.A." en base a un "Plan de Forestación y Venta Autorizada y Fiscalizada por el Ministerio de Agricultura y Ganadería" Se entregaba al inversor una linda carpeta con el título "Contrato de compra venta ". Se le hacía firmar al adquirente una solicitud de compra. En el caso la misma databa de 17/12/61, adquiriendo el comprador la cantidad de dos hileras de eucaliptus, constando cada hilera de cien plantas que la sociedad se obligaba a plantar en sus campos denominados "Establecimientos Eucaliptus" I o II, indistintamente, situados en las localidades de La Pelada o Pedro Gomez Cello, Departamento las Colonias y San Justo de la Provincia de Santa Fe. En el caso que nos ocupa, el precio de la operación por las hileras compradas fue de $ 14.000 m/l, debiendo efectuarse el pago en la siguiente forma: $600 a cuenta de precio y el saldo en sesenta y siete cuotas de $200 cada una , con vencimiento la primera el 1º de febrero de 1962. Se adjunta fotocopia del contrato y de las "Condiciones Generales" en tres fojas.Leyéndolo se advertirá que el negocio era de larga duración. No por cierto de cincuenta años, como el de la ley 25.509 , sino de ocho años, pero prorrogable "ad effectum eternitatis" como terminó ocurriendo.En efecto el art.8º previsoramente disponía: "Fecha del primer corte. A los ocho años como mínimo de haberse efectuado la plantación, se procederá al corte parcial o total de la o de las hileras contratadas."Pero a continuación se exponían las condiciones que hacían posible la eternización del contrato: "Siempre que la Sociedad lo creyera conveniente a los intereses de ambos contratantes", condición ésta meramente potestativa que dejaba en manos de la Sociedad el tiempo de cumplimiento del contrato. "Pero había otra condición para prolongar el cumplimiento y ésta era de que "no se opusiera a ello el informe técnico" y, por fin, una última: "que se contara con la autorización de la Administración Provincial de Bosques"Por supuesto que la Sociedad no efectuó jamás comunicación alguna sobre su "conveniencia", ni solicitó nunca el "informe técnico", ni pidió la autorización de la Administración Provincial de Bosques.Por otra parte la Sociedad transformó la supuesta compra venta en un negocio jurídico aleatorio (emptio spei), pues no cumplimentó nunca sus obligaciones de comunicar: 1º) la fecha de plantación y el número correspondiente a las hileras (art.3); 2º ) La fecha del corte (art.6º) y 3º) El producido del corte (art.7º). En definitiva, leyendo el contrato se advierte sin mayor esfuerzo que está redactado en forma ambigua y sibilina con evidente ánimo de confundir. En primer lugar, se llama "contrato de compra venta", aunque conforme al art.7º presenta caracteres de contrato de sociedad, pues las utilidades se dividen en el papel, más no en la realidad, pues nunca se rindió cuentas al incauto inversor. Por último, la indeterminación de la cosa vendida por no comunicación de la adjudicación y plantación desnaturalizaba uno de los elementos de la compra venta, constituyendo un acto lesivo contra el patrimonio del pobre inversor, que en el caso se vio despojado de una suma importante hace ya cerca de cuarenta y dos años desde la concertación del contrato (7/12/1961) , cantidad que actualizada a la fecha con indexación e intereses y rendimiento capitalizado del 5% (art.1º de las Condiciones Generales), asumiría valores muy altos, que lamentablemente se han perdido pues el pobre actor no consiguió como retribución ni una modesta pastilla de eucaliptus y le fue imposible cobrar un solo peso.Esto acaeció cuando el suscripto era un joven de cuarenta y tres años. En la actualidad, a los ochenta y cinco, se ha hecho cierta en él la seguridad de que los refranes gobiernan el mundo y ante las nuevas normas que se legislan y contradicen una realidad totalmente diferente, cabe reiterar aquello de que "el diablo sabe por diablo, pero más sabe por viejo" y para evitar futuros yerros que aflijan aún más a esta desventurada Argentina se hace necesario escuchar las advertencias del octogenario.Repárese en que a los casi cuarenta y dos años conque cuentan los hechos narrados y sucedidos, le faltan aún más de siete años para llegar a los cincuenta del art.6º de la ley 25.509. ¡Cosas veredes Sancho! Esta es una historia repetida en el llamado "tercer mundo". En nuestro país los negociados del quebracho de los eucaliptus y de la soja desalojando los bosques. En el Macondo de García Marquez, los de la compañía bananera que trae consigo la putrefacción, el desdoro, la corruptela, tan bien descriptas por el "realismo mágico" del maestro. Comparando su hojarasca con la nuestra, aprendamos a defender nuestra soberanía y a rescatar nuestra dignidad. Oigámoslo y a no olvidar: "De pronto, como si un remolino hubiera echado raíces en el centro del pueblo, llegó la compañía bananera perseguida por la hojarasca. Era una hojarasca revuelta, alborotada, formada por los desperdicios humanos y materiales de los otros pueblos; rastrojos de una guerra civil que cada vez parecía más remoto e inverosímil. La hojarasca era implacable. Todo lo contaminaba de su revuelto olor multitudinario, olor de secreción a flor de piel y de recóndita muerte. En menos de un año arrojó sobre el pueblo los escombros de numerosas catástrofes anteriores a ella misma, esparció en las calles su confusa carga de desperdicios. Y esos desperdicios, precipitadamente, al compás atolondrado e imprevisto de la tormenta, se iban seleccionando, individualizándose hasta convertir lo que fue un callejón con un río en un extremo y un corral para los muertos en el otro, en un pueblo diferente y complicado, hecho con los desperdicios de otros pueblos". Hasta trocar a los lugareños en forasteros y advenedizos. Tal es lo que siente el autor de esta ponencia, ante la hojarasca de ensayos sobre un tema que nos trae a la memoria una historia triste que los hombres de leyes deben recordar para que no se repita en desmedro de la soberanía patria y sobre todo en mengua de nuestra dignidad humana. "Como alguien dijo: ´la memoria llega hasta donde comienza el olvido´, y en nuestro caso el olvido suele comenzar demasiado rápido. Argentina tiene por delante un gran esfuerzo para invertir las tendencias al desmembramiento social". (Ministro Roberto Lavagna, discurso pronunciado en el acto de apertura del Seminario Internacional ´Componentes Macroeconómicos, Sectoriales y Microeconómicos para una Estrategia Nacional de Desarrollo´, organizado por la CEPAL, www.mecn.gov.ar/base home/temas_profundidad.htm) XII.- El rol del Estado Bien dice Stiglitz ("El malestar en la globalización", ed Taurus. 2002, p.312) que "al fijar las reglas de juego. los intereses y esquemas mentales comerciales y financieros parecen haber prevalecido en las instituciones económicas internacionales." Se da en la era contemporánea una suerte de nuevo feudalismo, palabra de origen germánico que significa "propiedad dada en recompensa" (Enciclopedia Espasa Calpe Tº23 Letra F/Flamez, pag.1131). Hay algo así como un reparto del botín entre los más fuertes, ya sea exteriorizada en la lucha cruenta como ocurrió en Irak, ya sea embozada en el poder que les otorgan las trasnacionales, que los más débiles se resignan a obedecer. Analizando con profunda agudeza este tema nos dice John R.Saul en "Diccionario del que duda", ed. Granica 2000 p.91: "Los sistemas transnacionales giran alrededor de bienes, no de individuos. En una civilización basada en los ciudadanos, el propósito de los bienes es satisfacer las necesidades de los ciudadanos. En una civilización abstracta y transnacional basada en el mercado, el propósito del ciudadano es servir a la lógica de un sistema de oferta y demanda.""Esta inversión -añade el autor- no podía sino afectar a las élites racionalistas. Durante gran parte del siglo diecinueve y principio del veinte, la tecnocracia se apegó al estado-nación. Gradualmente, en la segunda mitad del siglo, los cabecillas de la tecnocracia se han asociado con las transnacionales." Esta traición de los tecnócratas es explicada por Saul en los siguientes términos:"La devoción de los tecnócratas por las estructuras y el poder puro los aleja naturalmente de la lógica de la geografía hacia un plano más abstracto. No importa que este sistema internacional no pueda satisfacer las necesidades económicas y sociales de la zona de donde viene el tecnócrata. Como en la Edad Media, la zozobra personal es un elemento inevitable e infortunado en la busca de verdades más amplias e importantes, tales como la estructura ideal de producción."Frente a esta situación disvaliosa -prosigue- "El ciudadano queda desconcertado ante este cambio de lealtades. Por ejemplo, el contribuyente financia la formación de élites empresariales tecnocrática con la esperanza de que aborden los problemas económicos. En realidad su formación misma las lleva a agravar la situación al operar en otro plano." Y es aquí donde nuestro informante introduce el tema del nuevo feudalismo contemporáneo que nos toca vivir, en los siguientes términos: "Las premisas racionalistas y corporativistas de la educación occidental nos preparan mal para el retorno del feudalismo. Los tecnócratas, con sus métodos mecanicistas, consideran inevitables todos los movimientos estructurales. La inevitabilidad estructural es el concepto con que reemplazan el bien público." "La mayoría de los que rechazan este determinismo mecanicistas ven a las transnacionales como los villanos de una confabulación internacional." "Ojalá fuera tan simple", reflexiona Saul. "Estas complejas estructuras -advierte- son como ciempiés, con segmentos difundidos por todo el mundo. Tienen una lógica interna asociada con los bajos costos y las altas ventas. Sus segmentos mueren, prosperan, se mueven o se dividen según esa lógica. La población local no les interesa. Tampoco les interesan las filiales locales de la tecnocracia. Como en la Edad Media, lo que importa es el orden, no los beneficiarios específicos de ciertos privilegios." Y he aquí descriptos con veracidad los efectos terriblemente negativos de esta conducta. "La transnacional no tiene dirección ni propósito. Por eso puede beneficiar o destruir sociedades con la misma impasibilidad. Todo el sistema es una negación de la idea de civilización. El humanismo y el equilibrio basado en la ciudadanía son imposibles en tales circunstancias." El autor prosigue enunciando estos efectos negativos, en los siguientes términos: "A fines del siglo veinte hemos alcanzado el momento culminante de un movimiento identificado medio siglo antes por pensadores como Harold Innis y Fernand Bradel. El cambio tecnológico o un movimiento mercantilista pueden hacer algo más que modificar la sociedad. Pueden reducir a todos, reyes incluidos, al papel de actores secundarios." Concluye diciendo: "A medida que las transnacionales ganaban poder, la frustrada ciudadanía ha sentido la tentación de defenderse recayendo en el mito nacionalista. Pero así como el feudalismo económico destruye una sociedad de ciudadanos al operar en un plano abstracto, el nacionalismo hace lo mismo al operar en otro plano abstracto, el del determinismo racial. Más aún, el nacionalismo es impotente contra las transnacionales y sólo acentúa los problemas económicos." Y en estos términos nuestro autor nos da la receta para superar nuestra duda: "El problema del ciudadano en las próximas décadas consistirá en controlar el feudalismo sin negar la posibilidad del humanismo. Ello significa usar el Estado-Nación, porque esa es la forma práctica y concreta de nuestra existencia como ciudadanos. Pero usarlo de modo cooperativo, para establecer acuerdos internacionales sobre pautas que tengan suficiente difusión como para ser aplicables. Si fracasamos, pronto nos encontraremos tratando de reconstruir la sociedad desde cero, tras haberla desmantelado en nombre del determinismo abstracto."Esa es nuestra tesis -siempre sostenida- sobre el papel del Estado, al que definimos -reiteramos- como "la organización jurídica y política de la sociedad." Sin juricidad y sin un soberano criterio político lo que llamamos Estado se trueca en una mera factoría. Coincidentemente Stiglitz (op.cit.p.304) apoya la tesis de Saul y la nuestra con los siguientes conceptos: "El Estado puede cumplir y ha cumplido un papel fundamental no sólo en mitigar esas fallas del mercado sino también en garantizar la justicia social. Los procesos de mercado, por sí mismo, pueden dejar a muchas personas sin los recursos suficientes para sobrevivir. En países que han tenido grandes éxitos, en EE.UU. y el Este asiático, el Estado ha desempeñado esos papeles, y en la mayor parte de los casos lo ha hecho notablemente bien. Los Estados suministraron una educación de alta calidad a todos y aportaron el grueso de la infraestructura -incluida la infraestructura institucional, como el sistema legal, imprescindible para que los mercados funcionen eficazmente-. Regularon el sector financiero y lograron que los mercados de capitales operaran más como se suponía que debían hacerlo; aportaron una red de seguridad para los pobres; promovieron la tecnología, de las telecomunicaciones a la agricultura, los motores e aviación y los radares. Aunque hay un vivo debate en EE.UU. y otros lugares sobre cuál debería ser el papel preciso del Estado, existe un amplio acuerdo de que el Estado cumple una función para cualquier sociedad y cualquier economía actúen con eficacia -y humanidad-." En nuestro país el "Modelo" desguazó al Estado que, además, no funcionó como tal y no cumplió su rol cuando ocurrió lo de la Forestal, lo de Eucaliptus o lo de Santiago del Estero. Tampoco lo cumplió con la selva pedemontana de Yungas, Salta, de propiedad de un inversionista español, actuando vicariantemente y gracias a Dios, Greenpace. La incuria del Estado también se pone en evidencia en el caso de la tala de bosques de lengas en Chubut, donde el 25 de noviembre de 1999 se firmó un convenio por la Secretaria de Medio Ambiente María Julia Alzogaray y el Gobernador de Chubut Carlos Maestro con la Fundación Alemana Prima Klima. El objetivo es compartir un área natural y para los inversores europeos colaborar con la preservación de un área no contaminada en las cuencas de los lagos Fontana y La Playa. La fundación alemana sólo aportará algo más de $1.000.000 para compartir el manejo de 50.000 hectáreas de bosques de un valor incalculable y por un período de cincuenta años. Las lengas de Tierra del Fuego también sufrieron los efectos del "Modelo". (Clarín, jueves 31 de agosto de 2000) Por ello considero que el "derecho real de superficie forestal" es nefasto para la Nación, en tanto no se rearme ese Estado desertor de su función primigenia de custodiar la soberanía de su territorio y el bienestar de sus habitantes. Resultaría altamente promisorio y grato que los hombres de Derecho y la Universidad toda, luchen por hacer que el Estado, en su verdadera dimensión, asuma su auténtico carácter y logre restablecer el perdido equilibrio.