Los Problemas del Notariado - Introducción.

CRISIS DEL NOTARIADO.-

INTRODUCCION.

La capacidad de escribir constituye el elemento imprescindible de la actividad notarial, la cual es totalmente inconcebible sin la posibilidad de expresarse por escrito. Por eso no importa sobre que cultura, lugar o época hablemos: si creemos ver en las tareas de algún personaje un atisbo de “protonotariado” es porque indudablemente tiene el cono-cimiento necesario para volcar sus pensamientos por medio de la escritura. Esto es un presupuesto innegable, un postulado de innecesaria demostración... Afirmar que los escribanos escriben es, sin lugar a dudas, una verdad de Perogrullo.-

Por ello, dando por archisabido que todos los escribanos escriben, los estudiosos de los temas notariales no se maravillan por este hecho intrascendental y pasan prontamente a dilucidar otros caracteres del ejercicio profesional de aquellos antiguos colegas, haciendo especial hincapié en el marco jurídico dentro del cual se desenvuelve su tarea. Sólo en contadas ocasiones encontramos algunos datos sobre los instrumentos que utilizan en su tarea de escritor. Pero el hecho mismo de escribir, en cuanto conocimiento autónomo así como indudable habilidad técnica, podemos afirmar que pasa absolutamente desapercibido.

Esta falta de atención en la actividad misma de escribir obedece, además, a la inseparable circunstancia de ser hijos de nuestro tiempo. Leer y escribir constituyen para nosotros actos tan comunes como ver y oír. Sin reparar en ello, sin que nos produzca el mínimo asombro y sin que la tarea nos provoque cansancio alguno, nos pasamos el día leyendo y escribiendo. Segundo a segundo estamos procesando información que nos llega del material escrito que nos rodea y elaborando mensajes que por escrito dejamos. Levante sus ojos y encontrará a su alrededor innumerables objetos “parlantes” que esperan ser leídos. Si desea escribir algo le bastara con tomar una lapicera y una hoja de papel, prender la computadora, o topearlo en una máquina de escribir; no hay nada en todo esto que nos pueda despertar el mínimo asombro. La inmediatez de lo cotidiano adormece nuestra curiosidad y nos hace considerar a la escritura, tal como la conocemos y practicamos, como inmutable y atemporal.

Aunque la palabra escrita nos acompaña desde millares de años, ahondar sobre su estudio no constituye una tarea sencilla, (aún más para quien intenta un abordaje sin más conocimientos previos que una tradicional formación jurídica) dado que todos los fenómenos que giran alrededor de la escritura no son objeto de una disciplina única, sino que son encarados desde distintas áreas de estudio: historia, antropología, psicolingüística, paleografía, lingüística, sociología, etc. etc. La escritura requiere “una visión multidisciplinaria sobre una variedad de temas: los cambios históricos en la definición del lector y las prácticas de lecturas, las complejas relaciones entre oralidad y escritura, los distintos sistemas gráficos de representación y de notación, las prácticas pedagógicas de alfabetización en su contexto histórico, la construcción de la textualidad, los usos sociales de la lengua escrita, los procesos de apropiación individual de ese objeto social, las bibliotecas y las nuevas tecnologías” . Sólo en forma muy reciente el vasto material acumulado sobre los procesos involucrados en el hecho cultural de la escritura son acercados al público masivo, situación que, entre otras causas, puede explicarse por la preocupación de los estudiosos de la influencia de los medios de comunicación masiva en la cultura escrita como hoy la conocemos.

Al poco de andar este camino el universo que se abre ante nuestros ojos es fascinante en su intento de responder a innumerables interrogantes: ¿Cómo se escribe? ¿Con qué? ¿Sobre qué?¿Cómo se abre paso la escritura en un mundo oral? ¿Cómo se enseña? ¿Que jerarquía social tiene quien lee y escribe? ¿Quien controla el conocimiento, decidiendo que leer y sobre que temas escribir? ¿Que importancia tiene la escritura? ¿Qué se lee y quien lo escribe? ¿Dónde se escribe?

Dejar de ver la escritura como algo absolutamente trivial y tratar de responder a estas preguntas implica avanzar en un mundo absolutamente nuevo que trastoca nuestra actual visión de las cosas. Es adentrarse en una compleja red de causas y consecuencias insospechadas que se van entretejiendo en todo nuestro desarrollo cultural.

Un simple cambio en la forma de leer, el paso de la lectura en alta voz a la lectura visual, influye decididamente en la arquitectura de las bibliotecas, además de dar vuelo a la literatura erótica; dejar el clásico “rollo” por pliegos sueltos que se unirán a un “codex” (el libro como hoy lo conocemos) permite una escritura más intimista; un cambio en los tamaños de los libros condiciona el arte de la mueblería y aún la vestimenta debe adaptarse para leer y escribir con comodidad. La difusión de la escritura altera el lenguaje, destruyendo dialectos y creando idiomas “nacionales”. La adhesión a un texto levanta religiones y aglutina imperios, (como ocurrió con la Biblia y el Corán). El dominio de la lecto-escritura puede significar la supremacía de una clase social (el escriba egipcio) o tarea infame reservada a esclavos; o puede constituirse en la diferencia decisiva para que un ejército domine el campo de batalla. La caligrafía puede convertirse en un dato revelador de la nacionalidad, posición social, y hasta de la época en que una persona aprendió a escribir. Pero a su vez un sencillo cambio tecnológico puede dar un insospechado impulso a la difusión de lectura y escritura. Dejemos de lado, por ahora, los remanidos ejemplos del papel o la misma imprenta, para pensar que la simple difusión del pico de gas y la lámpara eléctrica, que literalmente iluminaron los hogares más pobres en el Siglo XIX, permitió leer de noche a las clases trabajadoras incorporando millares de personas al mundo de la palabra escrita; podremos ver como la sencilla birome se constituye en un instrumento democratizador entre los que pueden poseer una costosa lapicera o se ven compelidos a limitarse a lápices, tinteros y plumines. Podremos encontrar épocas en que la escritura se convierte en parte esencial de rituales mágicos o estudios esotéricos (la cabala es el ejemplo más conocido), en las que el pueblo llano descarga sus iras contra los escribanos, así como contemplar los intentos fallidos de un Emperador para aprender a escribir mientras escuchamos a un galeno, contemporáneo de Voltaire, criticar a una juventud indolente y pecaminosa que se pasa el día…leyendo.-

Nuestra intención es recorrer sólo algunos aspectos del extenso panorama de la historia de la escritura y la lectura, de sus instrumentos de elaboración, así como de la posibilidad de acceso a la instrucción, en el convencimiento que la misma nos permitirá, aún con los pocos elementos que podemos exponer aquí, brindar una explicación más profunda para la crisis profesional que vive el notariado.

Pero para ello es necesario es romper con nuestros propios esquemas mentales y abrir nuestra imaginación para, mientras recordamos algunos datos sobre la historia del notariado, acompañar al resto de la humanidad en la aventura de adquirir los conocimientos que el “phitecantropus notarius” manejo desde la madrugada de los tiempos: saber leer y escribir