Notariado y Registro. Era Electrónica en Oficinas de Registro comenzará en Bogotá, por Manuel Cuello.

Supernotariado trabaja para que seguridad jurídica que ofrecen Oficinas de Registro sea invulnerable a cualquier intento de manipulación, engaño, o falsedad y usuario desde la misma Notaría, pueda acceder a información sobre sus inmuebles.
 
Nadie puede calibrar el presente si carece de pistas sobre el pasado. Hacer camino implica reconocer de dónde se viene y a dónde se quiere llegar. En Colombia el Registro de Instrumentos Públicos es una institución jurídica venerable y unida, en el imaginario ciudadano sobre las instituciones, a la idea de legitimidad y de una noción indiscutible, casi sagrada, de la legalidad de la propiedad.

El progreso de esta institución se mide con los mismos elementos que inspiran la idea de renovación en diversas órbitas del cometido estatal. Impregnan la totalidad del deseo de progreso de la sociedad. Menos trámites, mayor brevedad, mucha celeridad, total seguridad.

En el comienzo el Registro de Instrumentos Públicos previsto en el Código Civil lo
integraban tres libros, grandes, pesados y seguros y que exigían como calidad específica del registrador que tuviese una buena letra. Sólo se registraban los instrumentos públicos.

Con los años, la proliferación de los negocios, las exigencias de testimonios de
autoridad, esos libros se multiplicaron de tal manera que se tornó incierta y difícil la forma de llevarlos. Y empezaron a registrarse, además, documentos privados.

Fue el presidente Olaya Herrera, y su abogado Luis Felipe Latorre, quienes resolvieron crear un libro único con una hoja dividida en columnas que correspondiera a cada uno de los inmuebles. Como tantas reformas legales en América Latina, lo reformado sigue conviviendo con lo vigente y así las actuaciones administrativas, al aplicarse la ley, se dificultan por un proceso infinito de búsquedas anteriores.

Quizá la enseñanza que no se ha recogido es que las reformas deben determinar unas formas y unos métodos para su aplicación cabal sin dejar hilos sueltos o sobrevivencias.

En 1970 el Registro adoptó el folio real. Un cartón con columnas que reflejaba la
totalidad de la historia jurídica de un inmueble, la cual podía certificarse con una
sencilla fotocopia. A su lado, se pusieron herramientas de consultas mediante cómodos ficheros.

Hoy, de las 190 Oficinas de Registro de Instrumentos Públicos, ubicadas en los distintos círculos del territorio, 76 están operando con dicho folio real trasladado a un medio magnético. Es decir, un folio electrónico. Ello hace más rápida la operación de inscribir y más segura la operación de certificar.

También se trabaja en un ambicioso programa de conectividad con repositorio central que permita para la vigilancia, para el diseño de políticas públicas, para el control del testaferrato, para los fraudes inmobiliarios, una respuesta inmediata y cierta. Y por supuesto el factor humano.

El registrador de Instrumentos Públicos debe ser un magistrado inmobiliario. Para ello hay que afianzar su profesionalismo, su estabilidad y su especialización.

Los usuarios del Registro de Instrumentos Públicos deben saber que las tres oficinas principales, sur, centro y norte del Distrito Capital, expiden el 29,35% de los certificados y radican el 22,21% de los documentos del total del movimiento de este servicio en Colombia. Por ello será significativo el beneficio que se obtendrá por la implantación de unas ventanillas electrónicas remotas situadas en diversos puntos y de fácil acceso al ciudadano que les permitirá solicitar y obtener los certificados inmobiliarios de su interés.

Por otro lado, en relación con estas oficinas, se está estudiando la posibilidad de que el usuario de una negociación inmobiliaria sin moverse de la notaría pueda pedirle al notario la consulta en línea para saber el estado jurídico del inmueble de su interés. En Bogotá D.C, por las complejidades del negocio inmobiliario, las nuevas normas sobre plusvalía urbana, las afectaciones de protección ambiental y el descomunal desarrollo irregular de la ciudad, se va a realizar un enorme esfuerzo para que la seguridad jurídica que ofrece el Registro de Instrumentos Públicos sea invulnerable a cualquier intento de manipulación, engaño, o falsedad.